11.3.10

Eclipse en Anakena...


LV informa que una avanzadilla de Viajes Tuareg ha visitado la isla para buscar el lugar idóneo desde el cual poder ver el eclipse. Han decidido que va a ser la mítica playa de Anakena, una de las pocas de arena blanca que hay en la isla. Digo mítica porque, aparte de su belleza paradisíaca, la leyenda dice que fue allí donde desembarcó Hotu Matu'a, el Ariki (rey) fundador de la civilización de los moáis (que debe escribirse con acento, como bonsái). No es una mala elección. Otra ubicación perfecta hubiera sido en el Ahu Tongariki, que es el que tiene más moáis (15), aunque sólo uno de ellos lleve puesto el pukao (así se llaman los "sombreros" de piedra volcánica roja). Todo depende de la hora exacta en la cual se vaya a producir el eclipse. No es lo mismo que suceda por la mañana que por la tarde...


Lo primero que hice cuando aterrizé en la isla fue alquilar una moto y salir pitando hacia Anakena. (La moto la podéis observar en la foto superior, una Yamaha BWS 100 amarilla, ideal para recorrer los caminos de tierra de Rapa Nui). Llegué a Anakena cuando el sol empezaba a ponerse. Con la luz del ocaso los moáis parecían cobrar vida...


Mejor os copio el fragmento del libro en el cual narro este atardecer mágico, absolutamente inolvidable:
"Después de haber tenido durante varios años una foto de esta playa en el salvapantallas de mi ordenador, no puedo creer que voy a estar allí, in situ. Acelero con temblor reverencial. Aparecen las palmeras... Estoy en Anakena Beach. Hanga Mori A One (bahía de arena brillante). No puede ser verdad. Apenas hay gente, siete u ocho personas. El sol se despide por la izquierda, dejando una luz tamizada que engrandece el paisaje hasta convertirlo en una auténtica postal. El Ahu es precioso, uno de los más bonitos de la isla, en un marco incomparable, insuperable. No ha habido decepción, sino todo lo contrario. Estoy en un sueño. A la primera persona que encuentro, un hombre robusto de mi edad, le digo: "Por favor, ¿me puede pellizcar?" El hombre me mira atónito sin mover ni una sola pestaña. Le repito el requerimiento, ofreciéndole mi antebrazo. Al final se decide a hacer lo que le digo. No noto su pellizco. Le pido por favor que me pellizque más fuerte, hasta que me haga daño. El hombre aprieta hasta conseguir que sienta el dolor. No es un sueño. Ka'ara Ka'ara Te Mana'u Ehe Ena (despierta, despierta, no es un sueño). Gracias. El hombre se llama Kerman Urresti y, como indica su apellido, tiene ascendencia vasca. Vive en Santiago y ha venido con su hijo de vacaciones. Voy a sumergirme en las aguas, va a ser mi bautizo rapanui. Las olas besan la arena con cálida suavidad. A pesar del pellizco, sigo incrédulo. Nado mar adentro, me dejo llevar... Contemplo Anakena desde el mar, la espalda de los moáis, la arena blanca, el palmeral... Floto sin esfuerzo. El sol se esconde por el horizonte. La perfección existe. La perfección es este instante, ahora y aquí, en este paraíso que me rodea, lejos de todo, cerca de mí mismo, de la divinidad que palpita en mi sangre y llena mi corazón de gozo. Las olas me acarician como amantes dóciles. No quiero salir. No voy a irme nunca de este lugar de ensueño. Me quedaré aquí para siempre, dormido en esta cuna hecha de arena, entre el mar y las palmeras, junto a los misteriosos moáis que miran al cielo. Toda mi vida, mi vida entera, para llegar aquí, a este momento culminante. Anakena. Rapa Nui. ¿Qué puede haber más allá? ¿Qué me puede ofrecer el mañana que sea mejor que esto? Nada. Me quedaré aquí para siempre. Nado. Las olas me mecen. Soy un pez. Soy un pájaro. Soy feliz. Me sobra el bañador. Me sobra todo. Me sobra el pasado y el futuro. Me sobra el recuerdo y el pensamiento. Siento, sólo siento, siento los últimos rayos del sol en mi piel, el rumor del océano, siento que soy una sola cosa con este todo que me sustenta, con el aire que respiro, con la luz y con el agua, con la espuma y con la arena, con los moáis y las palmeras... Anakena. Salgo del agua y mis amigos me ofrecen su toalla. Maururu. Gracias. Ellos se van. Yo me quedo. Me quedaré solo esperando la noche bajo las palmeras. Me acerco a los moáis. Los observo con detenimiento. Saco fotos. Me quedo extasiado. Anakena. Anochece. Me quedaré aquí para siempre. Me siento bajo una palmera sin pensar en nada, sin hacer nada, sin ni siquiera meditar... La luna surge tras del cerro. Ko Te Tau O Ite Mahina (qué bonita es la luna). No hay nadie, mi soledad y yo, la vacuidad suprema, ser, nada más que ser, eterno con lo eterno, fuera del espacio y del tiempo, átomo del universo, estrella del firmamento, sombra en la noche, hoja en el viento... "Ser y no saber nada", sin aspirar a nada, sólo ser, respirar, estar sentado... De pronto escucho un sonido que se acerca. La oscuridad no me permite vislumbrar qué es. Sólo acierto a saber que son caballos cuando los tengo a mi lado. Son muchos, quince o veinte. Han bajado de la montaña y me han rodeado. No me muevo. No tengo miedo. Los miro y me miran. Charlamos un rato, tal vez media hora, una hora... No siento la necesidad de huir, de volver a ningún sitio. Estoy en paz conmigo mismo, con el universo. Me quedo aquí para siempre. Aunque vuelva, aunque me marche, sé que siempre estaré aquí, con esta arena blanca, con estas olas plácidas, con estos moáis, con estas palmeras, con estos caballos... Los caballos desaparecen de la misma forma que aparecieron. Arranco la moto y hago los 18 km de carretera hasta Hanga Roa con una paz infinita en mi interior, sin correr mucho, esquivando con cuidado algunos caballos que se cruzan, flotando con la brisa nocturna. Ahora entiendo por qué los nativos vienen a bañarse de noche a esta playa. Se acaba el primer día en la isla. ¿Qué ocurrirá mañana? No tengo ni la menor idea. No soy un turista, sino un viajero, y como los buenos viajeros, voy improvisando, nunca sé qué voy a hacer en el próximo minuto. Lo único que sé es que volveré a Anakena."

Al final, ayer recibí la llamada que esperaba y hoy me han hecho el mejor regalo posible. Lo penúltimo que se pierde es la esperanza. Lo último, el sentido del humor.

Continuará...

[NB: Todas las fotos las hice yo con mi BlackBerry Storm]

1 comment:

  1. Hola Toni,

    des d'un principi ja sospitava que aquest concurs aportaria sorpreses interessants. Descobrir-te a tu i la teva vena blocaire ha estat una d'elles.
    Salut!

    PD: 14 blocs!!!

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